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Homenaje Ofelia Tobón Muñoz

Homenaje Ofelia Tobón Muñoz

PARA MI AMIGA OFELIA TOBON MUÑOZ

De las mil cuatrocientas puestas de sol que ocurrían cada veinticuatro horas en el planeta del farolero visitado por el PRINCIPITO, el más lindo fue el de el martes 7 de febrero de 2017, fecha en la que “aprovechando una migración de pájaros salvajes” partió al reencuentro con su rosa nuestra querida Ofelia.  No fueron cuarenta y tres sino muchos más los  atardeceres que desfilaron por mi mente en esa tarde. Fue un atardecer rojizo lleno de arreboles de todos los tonos amarillos y anaranjados hasta llegar el cielo a un color lila cargado de nostalgia y repleto de esperanza, de alivio de un sufrimiento, para el que Ofelia aún tenía muchas fuerzas para soportar, pero que su corazón se negó a seguir resistiendo.

Pero de todo el recorrido al lado de Ofelia este fue el único momento triste, los otros cuarenta años que de alguna forma recorrimos unidas, aunque no siempre físicamente cercanas, fueron de alegría, de ilusión, de esperanza, de goce, de aprendizaje, de superación, de calidad, de excelencia. Fue una mujer en toda la extensión y grandeza de esta sencilla palabra, una mujer en un empaque aparentemente pequeño, pero suficiente para que en él se albergara un gran ser humano.

Sincera, respetuosa, íntegra, leal, compañera y cómplice en cada una de las actividades en las cuales participaba. Muchos de los aquí presentes hicimos parte de su primer grupo de alumnas en la Escuela Interamericana de Bibliotecología y aparte de lo mucho que nos enseñó de la Reglas Angloamericanas , de los signos de puntuación que debíamos utilizar en cada área, de las partes del libro que necesitábamos revisar para encontrar la información que daría cuerpo a la descripción física de un libro, nos transmitió ese gran amor al trabajo en la biblioteca, ese gran respeto por los usuarios que necesitados de información nos veían como esos seres que almacenaban en su cabeza los mil y un trucos para llegar a la información precisa en el momento oportuno, nos transmitió la satisfacción que se experimenta al ver a cada usuario con el libro abierto, en la página justa para resolver su inquietud.

Para Ofelia cada día ir a trabajar era la oportunidad de servir siendo feliz, su temperamento jovial, su alegría permanente, su reconocimiento de cada uno en su individualidad, nos permitía a todos en general y a cada uno en particular ser importantes, por nuestras cualidades, por nuestros logros, por nuestra individualidad.

Siempre estuvo organizada, vestida, maquillada, como si fuera para su cita más importante, vivir el día bien y a plenitud era lo más importante en cada día de su maravillosa vida. Tenía una gran habilidad para escuchar y le encantaba la forma como cada uno se expresaba, para disfrutar de su conversación y en eso nos hacía estar atentos para pulir nuestras historias de una forma que al disfrutarlas con sinceridad, nos motivaba a ejercer el don de la palabra, con la misma facilidad y obviedad, que ella ejercía el don de la culinaria. Quién de los que compartimos con Ofelia, no cuenta con un truco culinario, una receta, una salsa, una ensalada, un postre con ese toque que sabía imponerle, como si fuera su más importante clase de catalogación?, quién en uno o muchos de los encuentros de las tardes de esparcimiento, de los paseos de grupo, no disfrutó una sangría al mejor estilo español, acompañada del vino justo para el clima que estuviera en cosecha?

Sabíamos de su admiración por Isadora Duncan, y que le hubiera gustado ser bailarina, de su gusto por leer y encontrar artículos que le llegaran al alma al destinatario de acuerdo con su alegría o la tristeza, que estuviera haciendo tránsito por la mente del amigo. Su carisma para darnos tips de belleza, de moda, de aprovechar las oportunidades para hacernos lucir sin salirnos de nuestras respectivas personalidades.  Todo eso y muchísimo más nos permitió a todos los que somos amigos de Ofelia serlo con mayúscula, no creo que tuviera amistades en categoría diferente de excelente, de cada ser humanos sabía encontrar su valor destacado para resaltárselo, disfrutarlo y brindarle confianza al poseedor de cada característica.

Llegó también la época del sufrimiento, de afrontar la realidad del ser humano de saber que la mortalidad se hacía presente con toda su crudeza, sin respetar juventud, ganas de vivir, metas, ilusiones, alegrías, grupos, viajes y todo lo pendiente que tenemos todos los seres humanos hasta que llega “el día señalado”, muy seguramente como todos lloró, pataleó, renegó por la inminencia del fin, pero no se quedó ahí, muy temprano, asumió su enfermedad como su realidad y tomó su realidad como su compañera, sin hacerse falsas ilusiones pero siendo consciente de su papel en el tratamiento. Era la protagonista y se alió con sus médicos, sus terapistas, y sus amigos para vivir al máximo cada uno de los días que la vida iba entregando. Los especialistas se convirtieron en sus consejeros, sus recomendaciones, en las órdenes que tenía que acatar y el Hospital Pablo Tobón Uribe en su hotel cinco estrellas.
Sus hermanos en especial Cucho, sus sobrinos, sus recién nacidos resobrinos  eran motor permanente de deseos de permanecer, para acompañarlos, verlos crecer y colaborarles en el día a día  como siempre lo hizo con amor y sin muchos ruidos. Contaba con el amor y apoyo incondicional de cada uno y los valoraba por el papel primordial que desempeñaban en su vida.
En política tomó parido analizando las opciones; en religión respetó las creencias y vivencias de cada uno y nunca nos hizo sentir mal por decirle que orábamos por ella, aceptaba todo lo que cada uno le enviara para hacerle sentir que con energía y amor la acompañábamos en cada latido de su corazón que se apagaba. Estoy segura que todos teníamos una cita pendiente para pasar un rato más en su compañía, todos sabíamos que su fin se acercaba, pero todos también considerábamos que ella tenía mucha más fuerza y ganas de las que su corazón debilitado por tanto amor y sufrimiento, pudo resistir.
Ofelia Descansa en Paz, con la seguridad que todos los que te conocimos y queremos vamos a luchar para que el Alzheimer, no le gane la batalla a los múltiples recuerdos hermosos que el paso por tu vida nos dejó en lo más profundo de nuestras almas. Gracias infinitas por haberme permitido ser tu amiga y por haberme hecho sentir parte importante de tu existencia.

Beatriz Flórez Garcés,  Febrero 18 de 2017

ASEIBI

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